Y claro que se siente bien estar dentro cuando el cielo está lloviendo, con el corazón lleno de cafeína y la frente de besos. Justo a la derecha están mi trench amarillo y mis zapatos de salir, agotados por un par de noches en las que soy yo pero no soy yo.
Después de tantos días de llegar y no querer mas que cerrar los ojos, por fin los empiezo a abrir. Fue justo debajo de los reflectores que me di cuenta de cómo tenemos a veces la oportunidad de ser alguien más y la tomamos, pero basta un instante de luz para saber qué se siente bien y qué será mejor rebobinar. Piensa, piensa, piensa, ¿qué te hace tan especial?
Si me toca decir, quisiera ser Miterrand para haber escrito en mis memorias que tengo la debilidad de creer en la singularidad de cada ser humano. Eso toma mucho corazón.
También soy específica y exclusiva... no quiero pensar lo que los demás, por eso no hago lo que los demás. ¿Todos leen Murakami? Pues H.G. Wells. ¿Van Gogh? De Kooning.
Y luego llegan las noches estroboscópicas, en las que me pongo bonita y quiero, aunque sea por unas horas, dejar de pensar, dejar de querer para siempre, hablar del clima, de Murakami y de Van Gogh.
Estoy exhausta. Y un poquito feliz. Quizá más lo primero que lo segundo, y viceversa.
Sunday, 29 June 2008
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